TRANSFORMACIÓN CULTURAL: La receta de Carlos Urbizo para sacar a Honduras de la pobreza y materializar un futuro de prosperidad

En su nuevo libro, Urbizo enfatiza que cambiar el modelo político y económico de Honduras hacia un régimen democrático y de libre mercado que genere prosperidad generalizada, depende en gran parte de un cambio o transformación de nuestros valores y costumbres. 

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A pesar de haber tenido el borrador en mis manos y posteriormente una copia digital de la versión final, no fue sino hasta que Don Carlos Urbizo me regaló una edición física de su libro que leí la obra por completo. Qué diferencia en asombro, curiosidad y motivación la que se siente cuando se posee una producción escrita en físico y no en un pdf.

En “Transformación Cultural: Una salida de la pobreza y un camino hacia una vida mejor”, impreso por Editorial Guaymuras, Urbizo desarrolla su tesis de que Honduras es pobre y subdesarrollada porque tenemos un modelo político y económico antidemocrático y anticapitalista. Sin embargo, el argumento principal del libro es que no podemos cambiar este deficiente y empobrecedor modelo si antes no cambiamos o transformamos nuestra cultura mediante la adopción de aquellos valores y principios que dan lugar a la convivencia democrática y a los procesos enriquecedores de una economía de libre mercado. 

Por cultura, Urbizo se refiere al “conjunto de valores, principios, actitudes, costumbres o normas de conducta que una comunidad le inculca a sus miembros en el hogar, la iglesia, la escuela, el trabajo, y en todos los lugares o medios socializantes que el hombre crea para convivir”. El modelo político-económico de Honduras, dice Urbizo, ha generado algunos atributos culturales en nosotros que no conllevan a la formación de una verdadera comunidad ni a una vida plena económica, política, social y espiritual. 

Entre los atributos o deficiencias que parecen compartirse en gran parte de los países subdesarrollados, Urbizo señala la desconfianza, la desmotivación, el desconocimiento, la desdicha, la desinformación, la desesperanza y el desinterés (por los demás). Señala también dentro de estos rasgos tercermundistas a la mentalidad de víctima, según la cual no hay nada que podamos hacer porque quien debe cambiar es el victimario. En contraste, un alto nivel y calidad de vida se logra a través de una cultura que promueva, inculque y fortalezca la sensibilidad, la compasión, la generosidad, el trabajo, el ahorro, el mérito, la honestidad, la integridad, la lealtad, la confianza mutua, el amor a Dios y al prójimo y la unidad con la comunidad. 

A estos valores, Urbizo recalca la necesidad de adoptar una actitud de creatividad e innovación, que son los motores del progreso y el desarrollo. Es con la aplicación de su creatividad e innovación que el hombre conserva y mejora su calidad de vida. Urbizo llama a los jóvenes a ponerse al día con las “Mega Tendencias” globales en materia política, social y económica, exhortándolos a asumir el reto de estar a la altura del primer mundo porque el participar, aprovechar y beneficiarse de estas mega tendencias globales solo requiere del interés, la dedicación y el esfuerzo individual de cada uno. De otra forma, “van a perder el tren”. 

Otros rasgos culturales que señala Urbizo y que encontramos en el campo profesional e inclusive en los más altos niveles del liderazgo empresarial y político del país, es que en Honduras prevalece el empirismo, la experiencia personal aislada, el prejuicio y la obsesión. Señala que somos proclives a tomar una excepción como base para formular una regla general y, lo que es peor aún, de esa regla general promulgar una ley. En las naciones desarrolladas existe una cultura, en el ámbito profesional, de apego al método científico de investigación-observación, recolección de datos, hipótesis, experimentación o prueba, y conclusión. 

Si bien es cierto que Honduras no puede competir en materia de investigación científica y desarrollo tecnológico con el primer mundo, también es cierto que no necesita hacerlo, nos dice Urbizo, señalando que nosotros podemos adoptar las nuevas tecnologías y prácticas del primer mundo a una fracción de lo que costó desarrollarlas. Indicando además que, si aprovechamos la ley económica de ventaja comparativa, podemos contribuir a Honduras y al mundo, pero tenemos que concentrarnos en lo que podemos lograr dentro de nuestras realidades para iniciar nuestro camino. 

Y este inicio, señala Urbizo, parte de la libertad individual (capitalismo) y la soberanía popular (democracia) que nunca hemos tenido en Honduras. El país se dirige hacia más pobreza y más miseria, advierte Urbizo, como consecuencia del modelo económico mercantilista que impera en Honduras. Y si este modelo nos ha generado una pésima condición de vida, entonces tenemos la responsabilidad y la obligación de abolirlo. 

Para ello debemos transformar nuestra cultura y accionar hacia la adopción del liberalismo político y económico (democracia y mercado) que propugnaron próceres hondureños como José Cecilio del Valle y Francisco Morazán, y que históricamente fue el antídoto contra el sistema mercantilismo en los países del primer mundo.  El desinterés, apatía o desilusión que el modelo actual ha creado en la mayoría del pueblo tiene que superarse, dice Urbizo, con la convicción de que el circulo vicioso (falta de inversión y pobreza) en que nos encontramos, solo podemos romperlo nosotros mismos. 

Para lograrlo, debemos adoptar un estado mental que indaga, cuestiona y se mantiene insatisfecho con el statu quo, mantener una mente abierta a cuestionar nuestras propias conclusiones y hasta lo que consideramos imposible, un estado mental con capacidad creativa, innovadora, dinámica para resolver problemas y aprovechar oportunidades. Y culturalmente, señala Urbizo, citando al Dr. Lawrence Harrison, serán prósperas las sociedades comprometidas con los logros, la excelencia y la educación, con la libertad y con la justicia. En sus conclusiones, Urbizo enfatiza la importancia de desarrollar en Honduras una ética o culto al trabajo que es la expresión humana material y fuente de riqueza.